1. La puntualidad es clave. Llegar puntual a clase es uno de
los elementos más importantes para un bailarín. No se trata de llegar
justo al inicio de la clase, sino que es recomendable llegar mínimo 15
minutos antes y aprovechar el tiempo para calentar un poco, hacer
ejercicios de estiramiento, o incluso prepararte mentalmente para
rendir.
2. Sé ordenado. Al llegar, asegúrate de mantener tus
pertenencias en su lugar, sin que estorben en el salón. Si las dejas en
un vestidor, mantenlas cerradas, si están dentro del aula, vigílalas.
3. La ropa también baila. Sin importar el género de danza que
practiques, es importante la vestimenta que uses. Si llevas uniforme,
asegúrate de respetarlo y mantenerlo siempre en buenas condiciones. Si
no tienes un código de vestimenta tan estricto, ten en cuenta llevar
ropa cómoda y apropiada. Theresa Velardi, maestra de danza en LA Dance
Academy en Nueva York asegura que la vestimenta adecuada y coordinada de
todos los bailarines ayuda a identificar los errores o fallas técnicas
de los alumnos.
4. ¡Apágalo y baila!
El celular es uno de los temas más discutidos por los maestros. Nunca
llegues a clase con el celular encendido o asegúrate de ponerlo en
vibrador. No solo es una distracción, sino una falta de respeto hacia el
maestro y su clase.
5. Shh… Cuando el maestro esté dando una corrección, dicte
algún ejercicio o haga algún comentario, asegúrate de guardar silencio y
no interrumpir. Treva Bedinhaus, egresada de la Universidad Dance Arts
Society en Texas sugiere evitar platicar con algún compañero o reírse.
Por otra parte, también afirma que es importante hacer preguntas,
siempre pidiendo permiso para hablar.
6. Encuentra tu lugar. Cuando eres nuevo -o incluso si ya
llevas un tiempo danzando- debes asegurarte de encontrar en el salón el
lugar que más se acomode a ti de acuerdo a tu nivel y tus conocimientos.
El Ballet de Virginia recomienda pedir consejo a tu maestro para que te
ubique en un lugar en la barra o centro, donde no estorbes pero te
puedan ver. También es importante ser honesto, y si no te sabes los
ejercicios, procura ubicarte en donde te veas, pero no obstruyas a los
demás.
7. Ensaya y respeta. Si no estás en ensayos, pero te gustaría
quedarte a observar ten en cuenta dos cosas: pide permiso al maestro y
busca un lugar en donde no obstruyas ni distraigas.
8. Con permiso. Si por alguna razón llegas tarde a clase, pide
siempre permiso para entrar. Lo mismo al terminarse la clase. Si te
sientes mal o debes abandonar la clase, no te vayas sin antes pedir
permiso al maestro y hacerle saber que te irás.
9. Advertencia. Si te lesionaste o sientes dolor en alguna
parte de tu cuerpo, avísale a tu maestro. Esto es muy importante para
que entienda los motivos por los cuales marcas algún ejercicio o no
tomas su clase.
10. ¿Por dónde camino? Cuando termines un ejercicio ten
siempre en cuenta que debes cruzar el salón por detrás, ¡nunca frente al
espejo! Y para las clases en barra, específicamente ballet, recuerda
que para cambiar de lado, debes voltear por adentro, girar tu cuerpo
hacia la barra.
11. No mastiques, apunta. Cualquier estilo de danza requiere
un gran esfuerzo físico, por lo cual es muy peligroso mascar chicle
mientras bailas. ¡No lo hagas! Gaynor Minden habla sobre la importancia
de evitar a toda costa cualquier alimento, sobre todo masticar chicle.
Se considera una falta de respeto, y es peligroso.
12. Termina y no te desplomes.
Cuando te dicten cualquier combinación, siempre termínala de una forma u
otra. También, sigue bailando hasta que el maestro te pare; esta es una
de las reglas de la Compañía de Virginia. Aseguran que además de ser un
distractor, es una falta de respeto al maestro. Evita gestos, quejas y
comportamientos groseros.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
jueves, 13 de noviembre de 2014
El glucógeno y los corredores: todo lo que tienes que saber
Por eso, en esta nota intentaremos explicar y contarte todo lo que tienes que saber sobre el glucógeno y los corredores:
1 – Cuando comemos alimentos que contienen hidratos de carbono, la principal forma de almacenarlos es a través del glucógeno.
2 – El glucógeno, es almacenado en los músculos y en el hígado. La cantidad de glucógeno muscular es muy superior a la glucógeno hepático.
3 -A diferencia del glucógeno hepático, el glucógeno muscular sirve únicamente para uso local, es decir solo puede ser utilizado como combustible por el músculo donde se encuentra depositado.
Así, las reservas de glucógeno de los músculos que se encuentran inactivos no pueden ser transferidas a los músculos activos.
4 – Un hígado promedio de 1.8 kilogramos, puede almacenar aproximadamente 88 gramos de glucógeno pudiendo llegar a 160 gramos como máximo, lo que significa aproximadamente entre 350/650 kcal respectivamente.
5 – En ejercicio de baja intensidad, la mayoría de la energía proviene de: a) los ácidos grasos libres en la sangre, b) un poco de glucosa en sangre y c) un poco de triglicéridos musculares.
A medida que la intensidad del ejercicio aumenta el aporte de ácidos grasos libres disminuye, la contribución de la glucosa en sangre aumenta (aunque no tan dramáticamente como la contribución de glucógeno muscular). A mayor intensidad, el glucógeno muscular es la principal fuente de energía.
6 – Las reservas de glucógeno muscular y hepático, son muy inferiores a la grasa, la otra principal fuente de combustible.
7 – Utilizar el glucógeno como energía requiere menos oxígeno que la grasa, por lo que podría decirse que es mas eficiente.
8 – El entrenamiento aumenta la capacidad de los músculos de almacenar glucógeno.
9 – La totalidad de energía proveniente de los hidratos de carbono (glucógeno) de los músculos, el hígado y la glucosa en sangre, no resultan suficientes para que puedas terminar un maratón (42.195 km).
Alejandro Montiel
Sensación Runner
https://www.facebook.com/pages/Sensaci%C3%B3n-Runner/1492551590958970?fref=ts
Suscribirse a:
Entradas (Atom)