Morir de Danza
La sangre va en una alocada carrera a través de nuestro
cuerpo animado, recorre de punta a punta cada microscópico espacio, dejando marcas
de vida en cada minúscula retícula del cuerpo, lo hace vibrar en una constante
reafirmación de existencia que solo se percibe cuando ese mismo cuerpo se mueve.
¿Qué entonces si el cuerpo muere? ¿Qué del Ánima que el cuerpo habita? ¿Qué de
la Vida?
Desde siempre nos enseñan que el cuerpo, depósito de la
esencia existe sólo si la fuerza e ímpetu de la vida le acompaña, que el alma
escapa de su encierro al culminar su ciclo y que la vida deja de manifestarse
cuando ambos, el cuerpo y el alma se desprenden de su mundano apego y dejan de
interpretar la danza del tiempo.
Con los años se aprenden infinitas certezas, e incontables
razones. Yo, aprendí Danza, la amé y la amo y sé que la amaré en la eternidad,
cuando el cuerpo deje de manifestarse porque la vida le abandona y el alma
finalmente se libera, pues nada más verdadero y absolutamente cierto, que en la
danza se vive y se muere en cada paso, en cada ejecución, en cada percusión de
nuestras sienes al iniciar la música, en cada latir del corazón y sólo se
vuelve a la vida si estamos en movimiento. Por eso, sé que cuando la sangre
deje de hervir en mi ser y mi alma huya en una carrera libre hacia el Universo,
seguiré aun más vivo y eterno... Habré muerto de Danza para seguir amándola.
En Homenaje en el día Internacional de la danza a todos
aquellos Bailarines y Bailarinas, Maestros y Coreógrafos que nos dejaron
recientemente… Ellos siguen Vivos
Elio Montiel
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